Enero 2008.
Feria judicial: a sufrir en silencio.
1ro de febrero de 2009.
Llamo a mi abogada que me concierta una cita con su abogado penalista. Pregunto por el desalojo. ¿era en febrero, no? Sí…pero ahora el abogado de ella pide que le demos otro peritaje. ¿cómo otro? Pero si ya esperamos un año para que le dieran uno al que no fue. Sí, pero como ahora constituyó domicilio legal en la oficina de su abogado, habría que darle la oportunidad porque y ahí no pude retener ni procesar lo que me explicó por más que le pedí que lo repitiera en varias ocasiones. Pero entonces, hasta abril de 2009 no se va…¡Ingenua yo!
Tengo mi cita con el penalista, me explica la situación y por qué me inician juicio a mí cuando yo soy la principal estafada. Según la justicia yo pude haber fraguado toda esta locura con una persona (mi inquilina en este caso) para robarle el departamento a un tercero (o tercera, la supuesta garante). Lo que la justicia se ve que no hace es constatar que yo llevo más de un año pagando deudas y una abogada para recuperar mi casa. ¡Claro! ¡Olvidaba que era ciega! A la semana siguiente pago al abogado, una suma equivalente a un sueldo completo mío y comienza mi defensa. Lo escribo y no puedo creerlo: Mi defensa.
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