lunes, 10 de agosto de 2009

Sigue la pesadilla...

En abril de 2008 hablé nuevamente con ella. Me amenazó con invocar a su abogado: un gran defensor de los derechos humanos (de algunos, claro está) y miembro del gobierno que su propia madre criticaba en sus largas e inútiles conversaciones. Todo por querer cobrar el alquiler del departamento que ellas ocupaban, ahora sí, ilegalmente (ya no mediaba contrato alguno de alquiler). Fue mi última charla con ella.

Esperé un par de semanas más. Mi mamá actuó de intermediaria, llamando a su madre para hacerlas entrar en razón. Esta, muy acongojada decía que su hija pagaría. Por supuesto jugaban al "bueno y el malo" y las dos estaban en la misma barca para llevar a cabo una gran estafa. Mi mamá me dijo que debía tenerle paciencia, que era una pobre mujer sola, que estaba luchando por la tenencia de su hijo y que el ex-marido había querido matarla.

Sin otro recurso a mano, acudí a una abogada que en primera instancia, intentó conciliar, llamándola, para ver si podíamos llegar a un acuerdo de pago. La inquilina le dijo a mi abogada que llamara a SU abogado (defensor de los DDHH) para que le explicara la situación. Mi abogada no podía creer la reacción de esta mujer. Comenzó la gran pesadilla.

Inicié el juicio por falta de pago. Cuando se celebró el contrato de locación, se adjuntó un contrato que se llama "de desalojo". Este contrato consiste en el consentimiento de parte del inquilino de desalojar el departamento en menos de dos meses si no cumple con lo firmado. La idea es agilizar, supuestamente, un desalojo. Hete aquíque las firmas que se certificaron no eran de este contrato, sino solamente las que correspondían al contrato de locación. Ya sé, los dos se firmaron al mismo momento, uno está detrás del otro, OBVIO que las firmas son de las mismas personas que el escribano certificó. Nos olvidamos de que la justicia tiene sus propios caminos, que no coinciden con la lógica del ser humano mundano. Todo era sencillo, se la citaba, se le enseñaba que había firmado un contrato de desalojo y se desalojaba siguiendo todos los pasos de la ley. Cuando se la citó, declaró que esa no era su firma. Que ella no había firmado ningún contrato de NADA, ni de desalojo, ni de locación, de nada. Que NINGUNA de esas eran sus firmas.

En este punto me detengo en mi relato a hacer las siguientes preguntas:

1) Si admitía que no había firmado NINGÚN contrato y llevaba viviendoen MI casa (porque aunque la ley se resista, es MI casa) más de dos años, ¿no era eso suficiente para sacarla lo antes posible?

2) Si había una certificación de un escribano de que la firma en la página anterior era de ella, ¿no era sencillo dar vuelta la hoja, compararlas y ver que era de ella algo certificado por un escribano?

Inútil: cualquier cosa que la lógica dicte, va en contra de lo que la ley quiere

Cuando mi abogada me comunicó en tono de espanto lo que el abogado "le había hecho hacer" a la inquilina, me asusté. Mi abogada me pintaba un futuro tras las rejas para esta pobre mujer: Imaginate, me decía, que si niega su firma y después se comprueba que es de ella, podés iniciarle un juicio penal. Tan solo la palabra "penal" me arrancaba de cualquier estado de somnolencia en que pudiera estar. Penal = cárcel = te violan. ¡Qué horror lo que le esperaba a esta mujer! Y lo que era peor: jamás recuperaría a su hijo.

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